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El Porfiriato - UNAM

Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jur dica Virtual del Instituto de Investigaciones Jur dicas de la UNAM. Libro completo en: Ca p t u l o V I. El Por fir i ato A la muerte de Ju rez, Porfirio D az asumi la Presidencia de la Re- p blica y manifest su apego a la Constituci n de 1857 y a las Le- yes de Reforma. Don Porfirio apoy sus programas de desarrollo agr cola en las leyes de Colonizaci n y de Ocupaci n y Enajenaci n de Terrenos Bald os, promoviendo la celebraci n de contratos para fomentar la colo- nizaci n del territorio nacional , restringidos a los ciudadanos mexicanos. El presidente Manuel Gonz lez expidi , el 15 de diciembre de 1883, el Decreto del Ejecutivo sobre Colonizaci n y Compa as Des- lindadoras,1 que estableci el deslinde, medici n, fraccionamiento y valuaci n de los terrenos bald os o de propiedad nacional para su ad- judicaci n a inmigrantes extranjeros y a los nacionales, con fines de colonizaci n.

3 andrés molina enríquez, La Revolución Agraria de México, libro quinto, éxico, talle-res Gráficos del museo nacional de antropología, historia y etnografía, 1936, p. 207. 4 Fernando González roa, op. cit., pp. 80-88. El derecho agrario.indd 83 16/11/16 3:15 p.m.

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  Molina, Nacional, Agraria, Porfiriato

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1 Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jur dica Virtual del Instituto de Investigaciones Jur dicas de la UNAM. Libro completo en: Ca p t u l o V I. El Por fir i ato A la muerte de Ju rez, Porfirio D az asumi la Presidencia de la Re- p blica y manifest su apego a la Constituci n de 1857 y a las Le- yes de Reforma. Don Porfirio apoy sus programas de desarrollo agr cola en las leyes de Colonizaci n y de Ocupaci n y Enajenaci n de Terrenos Bald os, promoviendo la celebraci n de contratos para fomentar la colo- nizaci n del territorio nacional , restringidos a los ciudadanos mexicanos. El presidente Manuel Gonz lez expidi , el 15 de diciembre de 1883, el Decreto del Ejecutivo sobre Colonizaci n y Compa as Des- lindadoras,1 que estableci el deslinde, medici n, fraccionamiento y valuaci n de los terrenos bald os o de propiedad nacional para su ad- judicaci n a inmigrantes extranjeros y a los nacionales, con fines de colonizaci n.

2 Para cumplir este prop sito se otorgaron facultades al Ejecutivo para permitir la operaci n de compa as deslindadoras, con- cedi ndoles en compensaci n por los gastos efectuados en los trabajos requeridos hasta la tercera parte de los terrenos que habilitaran. La intervenci n de compa as deslindadoras en este proceso con- tribuy al despojo que sufrieron las comunidades rurales, as como numerosos poseedores de peque os predios r sticos que carec an de t tulos de propiedad sobre las tierras que quedaban comprendidas en 1. Manuel Fabila Montes de Oca, Cinco siglos de legislaci n agraria , 2 ed., M xico, Centro de Estudios Hist ricos del Agrarismo en M xico, 1990, pp. 155-160. 81 . DR 2016. Universidad nacional Aut noma de M xico - Instituto de Investigaciones Jur dicas, Secretar a de Cultura - Instituto nacional de Estudios Hist ricos de las Revoluciones de M xico Secretar a de Gobernaci n El derecho 81 16/11/16 3:15 Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jur dica Virtual del Instituto de Investigaciones Jur dicas de la UNAM.

3 Libro completo en: 82 E l Porfi ri ato los pol gonos de superficie que dichas compa as reportaban como te- rrenos bald os, con lo que desconoc an la existencia de los poblados y los derechos de posesi n que ejerc an sobre los mencionados terrenos. S lo se libraron de la p rdida de las tierras los propietarios de grandes extensiones, cuyos t tulos s eran reconocidos. En el decreto del 18 de diciembre de 1893, el Congreso autoriz . al presidente modificar la Ley de Colonizaci n enunciada, para dismi- nuir las restricciones impuestas para adquirir tierras. El 26 de marzo de 1894, Porfirio D az promulg la Ley sobre Ocupaci n y Enajena- ci n de Terrenos Bald os,2 que establec a que todos los habitantes de la Rep blica, incluidos los extranjeros, podr an denunciar y adquirir terrenos bald os, demas as y excedencias en cualquier parte del territo- rio nacional y sin limitaci n de extensi n, protegiendo incluso contra futuras revisiones los t tulos expedidos derivados de los procesos de deslinde efectuados por las compa as.

4 Por decreto del 30 de diciembre de 1902, expedido por el propio Porfirio D az, se deroga la Ley sobre Ocupaci n y Enajenaci n de Te- rrenos Bald os, para dejar sin efecto las autorizaciones concedidas a las compa as deslindadoras, pero respetando las mediciones y deslindes ya efectuados. En compensaci n, el gobierno autoriz la celebraci n de convenios con particulares, otorgando grandes extensiones para la explotaci n de los recursos de diversa ndole existentes en ellas. Igualmente se privilegi la colonizaci n de terrenos nacionales por compa as extranjeras o nacionales con mayor a de extranjeros. En los contratos respectivos, se otorgaban facilidades y est mulos que inclu an la donaci n a t tulo gratuito de los terrenos objeto de la colonizaci n a excepci n del pago de contribuciones federales y la explotaci n de los diversos recursos que se encontraren en dichas tierras, as como el uso y aprovechamiento de las aguas.

5 L a s concentr aciones de tier r a s Las acciones del gobierno y los ordenamientos emitidos durante este largo periodo se convirtieron en un factor importante para la concen- 2. Ibid., pp. 160-173. DR 2016. Universidad nacional Aut noma de M xico - Instituto de Investigaciones Jur dicas, Secretar a de Cultura - Instituto nacional de Estudios Hist ricos de las Revoluciones de M xico Secretar a de Gobernaci n El derecho 82 16/11/16 3:15 Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jur dica Virtual del Instituto de Investigaciones Jur dicas de la UNAM. Libro completo en: J org e J. G m e z de S i lva C a n o 83. traci n de la tierra y de sus recursos en manos de unas cuantas familias, en perjuicio tanto de pueblos ind genas como de peque os poseedores.

6 De esta manera y como resultado de las labores realizadas por las com- pa as deslindadoras y colonizadoras, se fortaleci el latifundismo, que alcanz su nivel m s cr tico a fines del siglo xix y principios del siglo xx. Junto con el despojo de los pueblos y el acaparamiento de la tierra y de sus recursos se gest un sistema de explotaci n de miles de cam- pesinos y en muchos casos de sus familias , que engrosaron las filas de peones de las nuevas haciendas, en las que subsist an en condiciones muchas veces infrahumanas, siendo con frecuencia v ctimas de la bru- talidad de los propietarios, lo que contribuy de manera relevante al agravamiento del problema agrario nacional . La situaci n imperante en el campo mexicano durante el r gimen porfirista agudiz el contraste entre unos cuantos hacendados que usufructuaban la mayor a de las tierras productivas y millares de jefes de familia que carec an de ellas y que depend an del trabajo de las haciendas para su sobrevivencia, lo cual aliment con nuevos br os el viejo reclamo por la tierra como v a para alcanzar la justicia para los hombres del campo.

7 Durante este r gimen, para impulsar los planes de colonizaci n, se foment la concentraci n y registro de grandes propiedades. Incluso se recurri al despojo de las tierras de los pueblos ind genas, a quienes se expulsaba de sus territorios y, en muchos casos, se les deportaba a otras regiones del pa s, como ocurri con los yaquis, a quienes trasla- daron a las zonas selv ticas de Yucat n y Quintana Roo en represalia por su f rrea oposici n al despojo de sus bienes, como lo se ala Andr s molina Enr quez,3 quien destaca los esfuerzos de los ind genas para sobrevivir en condiciones naturales, no solamente adversas, sino dife- rentes a aquellas en las que hab an desarrollado sus habilidades. Fernando Gonz lez Roa4 reporta la concentraci n de grandes ex- tensiones de tierra, derivada de las concesiones y contratos otorgados durante el gobierno porfirista.

8 Detalla que varias de las adjudicaciones 3. Andr s molina Enr quez, La Revoluci n agraria de M xico, libro quinto, M xico, Talle- res Gr ficos del Museo nacional de Antropolog a, Historia y Etnograf a, 1936, p. 207. 4. Fernando Gonz lez Roa, op. cit., pp. 80-88. DR 2016. Universidad nacional Aut noma de M xico - Instituto de Investigaciones Jur dicas, Secretar a de Cultura - Instituto nacional de Estudios Hist ricos de las Revoluciones de M xico Secretar a de Gobernaci n El derecho 83 16/11/16 3:15 Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jur dica Virtual del Instituto de Investigaciones Jur dicas de la UNAM. Libro completo en: 84 E l Porfi ri ato se hicieron por millones de hect reas entre unos pocos concesionarios, citando los casos siguientes: En Baja California se dieron m s de once millones y medio de hect reas a cuatro concesionarios.

9 En Chihuahua m s de catorce millones y medio de hect reas a siete concesionarios. Solamente a uno se adjudic casi la mitad, es decir, alrededor de siete millones. En Chiapas se adjudicaron a un concesio- nario poco menos de 300,000 hect reas. En Puebla se entregaron a otro concesionario m s de 76,000 hect reas. En Oaxaca se adjudicaron a cuatro concesionarios m s de ,000 hect reas. A uno solo se adjudicaron m s de ,000. En Tabasco se adjudicaron m s de 720,000 a una sola persona. A un solo adjudicatario se entregaron poco menos de ,000 de hect - reas en los Estados de Coahuila, Nuevo Le n, Tamaulipas y Chihuahua. En Durango se entregaron a dos adjudicatarios casi ,000 de hect reas. En consecuencia, grandes extensiones de terrenos bald os vinieron a formar enormes latifundios, quiz m s grandes de los que exist an anteriormente.

10 Pastor Rouaix5 critica la pol tica agraria impulsada por el r gimen de Porfirio D az, que conced a vastas extensiones a extranjeros ingleses y americanos principalmente, aunque tambi n lo hizo en favor de algunos mexicanos que las adquir an para especular y venderlas posteriormente a extranjeros que quisieran invertir en nuestro territorio , situaci n que califica de inexplicable, no tuvo motivo, ni tiene disculpa [..] ced a los terrenos [..] pasando por alto el peligro a que expon a a la Naci n, al entregarles las costas, y las fronteras, sin tener el menor provecho, pues no eran cultivadas las tierras, ni mejoradas, ni pobladas . En su examen de la situaci n imperante al estallar el movimiento revolucionario contra el r gimen porfirista, Rouaix comenta que la po- l tica agraria del gobierno fue terriblemente desastrosa para la econo- m a nacional y atribuye el origen de esta ruina a la Ley de Terrenos Bald os de 1883, expedida por Manuel Gonz lez, se refiere al Decreto del Ejecutivo sobre Colonizaci n y Compa as Deslindadoras expedi- do el 15 de diciembre de 1883, que pretend a fomentar la colonizaci n 5.


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