Example: stock market

ESTÉTICA Y FILOSOFÍA DEL ARTE: HACIA UNA DELIMITACIÓN ...

EST TICA Y FILOSOF A DEL ARTE: HACIA UNA. DELIMITACI N CONCEPTUAL. MAR A ANTONIA LABRADA. En la d cada de los cincuenta se generaliz la opini n seg n Harold OSBORNE de que toda obra de est tica filos fica ten a que ser necesariamente in til y aburrida, porque poco ten a que decir la filosof a sobre temas como la naturaleza de la experiencia est tica o las bases del juicio est tico *. Es evidente la diferencia que existe entre la actividad est tica y el pensamiento sobre esa misma actitud. Como se ala Nicolai HART- MANN, el fil sofo inicia su tarea cancelando la actitud de la entrega y del xtasis, caracter stica tanto del creador como del contempla- dor de lo bello; y, a la inversa, la actitud de la entrega y del xta- sis cancela la filos fica o, cuando menos, la perjudica. La est tica es un tipo de conocimiento contin a diciendo HARTMANN que lle- va la leg tima tendencia a convertirse en ciencia y el objeto de este conocimiento es la actitud de entrega y de xtasis2.

Al comenzar su historia de la estética en la antigüedad greco-roma­ na, tiene el propósito de mostrar cómo precisamente no se encuen­ tra en la antigüedad una conciencia refleja del conocimiento estético. Sin embargo, no es corriente encontrar esta orientación en los estudios de estética. Los autores coinciden en señalar a BAUMGARTEN

Tags:

  Roma

Information

Domain:

Source:

Link to this page:

Please notify us if you found a problem with this document:

Other abuse

Transcription of ESTÉTICA Y FILOSOFÍA DEL ARTE: HACIA UNA DELIMITACIÓN ...

1 EST TICA Y FILOSOF A DEL ARTE: HACIA UNA. DELIMITACI N CONCEPTUAL. MAR A ANTONIA LABRADA. En la d cada de los cincuenta se generaliz la opini n seg n Harold OSBORNE de que toda obra de est tica filos fica ten a que ser necesariamente in til y aburrida, porque poco ten a que decir la filosof a sobre temas como la naturaleza de la experiencia est tica o las bases del juicio est tico *. Es evidente la diferencia que existe entre la actividad est tica y el pensamiento sobre esa misma actitud. Como se ala Nicolai HART- MANN, el fil sofo inicia su tarea cancelando la actitud de la entrega y del xtasis, caracter stica tanto del creador como del contempla- dor de lo bello; y, a la inversa, la actitud de la entrega y del xta- sis cancela la filos fica o, cuando menos, la perjudica. La est tica es un tipo de conocimiento contin a diciendo HARTMANN que lle- va la leg tima tendencia a convertirse en ciencia y el objeto de este conocimiento es la actitud de entrega y de xtasis2.

2 Sin embargo, la consideraci n filos fica de la est tica resulta pro- blem tica cuando nos hacemos esta pregunta: es posible someter a las categor as delimitadas de lo racional lo que se define a s mismo como el l mite de lo racional? No es m s aconsejable el silencio, como recomienda WITTGENSTEIN, ante aquello de lo que no es po- 1. Cfr. OSBORNE, H., Est tica (trad. S. Mastrangelo). M xico, Fondo de Cultura Econ mica, 1976, p. 10. 2. Cfr. HARTMANN, N., Aesthetik, Berl n, Walter de Gruyter, 1966, In- troducci n, p. 1. 67. MAR A ANTONIA LABRADA. sible hablar? Este car cter problem tico que el objeto de la est tica alcanza en nuestros d as es sintom tico de su progresiva madura- ci n como ciencia filos fica. En efecto, se puede afirmar que los escritos recientes sobre est tica parecen mucho menos seguros sobre su propio objeto que los escritos de los autores del siglo XVIII, que manifiestan una cierta convicci n sobre la existencia de una relaci n natural entre las cualidades est ticas y la constituci n de la mente humana.

3 En la actualidad, por el contrario, el objeto de la est tica, su tema y sus t rminos, se han convertido, ellos mismos, en motivo de discusi n filos fica3. Se ala CROCE en su Breviario de est tica, c mo la est tica pro- piamente dicha, no aparece en el per odo que se extiende desde los griegos hasta el siglo XVIII, porque aunque durante este tiempo se discutiera y se escribiese sobre cuestiones de arte y de belleza, fal- taba una conciencia refleja capaz de integrar y sistematizar ese cau- dal de conocimientos4. Abundando en la argumentaci n iniciada por CROCE, se puede afirmar que la aparici n de esta conciencia refleja es inseparable de su problematicidad. Al optimismo de las investigaciones del siglo XVIII sucede la perplejidad en el siglo xx, lo que lejos de hacer desesperar sobre la legitimidad de la est tica como disciplina filo- s fica la consagra definitivamente como tal.

4 1. Horizonte met dico del objeto de la est tica Una de las notas caracter sticas de las disciplinas nacidas al am- paro de la investigaci n filos fica moderna es, en efecto, la dificul- tad a la hora de delimitar su objeto propio. Lejos de encontrarnos con un objeto definido que el m todo pretenda alcanzar, la realidad es que las m ltiples disciplinas reactivadas por la filosof a contem- 3. Cfr. OSBORNE, H., Est tica, ed. cit., pp. 11 y ss. 4. Cfr. CROCE, B., Breviario de est tica (trad. J. S nchez Rojas). Madrid, Mundo Latino, pp. 163 y ss. 68. EST TICA Y FILOSOF A DEL ARTE. por nea aparecen como puras objetivaciones met dicas. La est tica se puede considerar como un exponente paradigm tico de este pro- ceso, lo que convierte a esta materia en un punto neur lgico de la discusi n filos fica actual. Hacer una delimitaci n conceptual de la est tica desde un hori- zonte met dico supone apostar por una modernidad sobre la que hay disparidad de concepciones.

5 Efectivamente, ha sido muchas ve- ces objeto de controversia si la est tica se ha de considerar como disciplina antigua o moderna, si vino al mundo en el siglo XVIII o se form en la antig edad greco-romana. Como ya he se alado, Be- nedeto CROCE se coloca al lado de los que afirman su modernidad. Al comenzar su historia de la est tica en la antig edad greco- roma - na, tiene el prop sito de mostrar c mo precisamente no se encuen- tra en la antig edad una conciencia refleja del conocimiento est tico. Sin embargo, no es corriente encontrar esta orientaci n en los estudios de est tica. Los autores coinciden en se alar a BAUMGARTEN. como su iniciador; pero, junto a esta afirmaci n, la pr ctica usual es comenzar la historia de la est tica remont ndonse a los preludios del pensamiento cl sico. Responde este modo de proceder a una orientaci n eminentemente tem tica, que obliga a retrotaer hasta la antig edad el estudio de los problemas que habitualmente se en- globan bajo la denominaci n de est tica.

6 La dificultad de este planteamiento es que no atiende suficien- temente al hecho de que la est tica como parte aut noma de la fi- losof a es una consecuencia del giro caracter stico del pensamiento moderno. Filosof a moderna y est tica tienen el mismo origen: el giro gnoseol gico de la reflexi n filos fica. No se trata de una in- flaci n de subjetivismo que alumbre una tem tica nueva en torno a las llamadas ciencias del esp ritu; no se trata de lo que algunos autores han calificado de aparici n de la conciencia est tica. La filo- sof a es indiscernible de la reflexi n. Si los griegos pensaron sobre la belleza, hay que admitir que tuvieron conciencia est tica. La fi- losof a de PLAT N establece el estatuto de un saber que se sabe y, en este contexto, hay que entender su teor a del saber como recuer- do (anamnesis) 5.

7 No cabe admitir pensamiento sin conciencia de l, 5. Para Plat n s lo se puede explicar el saber que se sabe admitiendo la anterioridad del saber. 69. MAR A ANTONIA LABRADA. o, lo que es lo mismo, no cabe admitir pensamiento sin lo que pos- teriormente se denomina reflexi n. Si los griegos reflexionaron so- bre la belleza, hay que afirmar como se acaba de decir que tu- vieron conciencia est tica. La cuesti n no es tanto el que exista o no exista conciencia est tica como la problematicidad que esta mis- ma conciencia est tica alcanza en la filosof a moderna. La est tica nace como parte aut noma de la filosof a cuando se problematiza la conciencia est tica. As se puede decir que el objeto de tal ciencia reci n nacida no es tanto la belleza, como la interrogaci n sobre la posibilidad de su captaci n o experimentaci n. El problema de las condiciones de posibilidad de la experiencia est tica se inscribe en otro m s general que es el de la reflexi n sobre las condiciones de posibilidad del conocimiento mismo.

8 La pregunta sobre la condici n de posibilidad del conocimiento es ne- tamente met dica, exactamente igual que la pregunta por la condi- ci n de posibilidad de la experiencia est tica. La filosof a moderna inicia su andadura en este clima de refle- xi n sobre el camino que es preciso seguir para alcanzar un fin. Se problematiza el m todo, la v a de acceso a la realidad. El intento de objetivaci n de esa reflexi n met dica reflexi n sobre la refle- xin va a ser la est tica como parte diferenciada de la filosof a. El problema no radica, por tanto, en el hecho de que en la obra de BAUMGARTEN aparezca por primera vez el t rmino Aesthetica. No se trata de que por diversas circunstancias surja una denomina- ci n que englobe un pensamiento durante largo tiempo innominado. Ello, efectivamente, justificar a el estudio de ese pensamiento an- terior al hallazgo del t rmino.

9 Sin embargo, la est tica no se cons- tituye como parte de la filosof a porque BAUMGARTEN mencione ese nombre. Si la definici n que BAUMGARTEN da de la est tica como cien- cia del conocimiento sensitivo 6 ha pasado inadvertida en ocasio- nes, es por la falta de contextualizaci n en el terreno gnoseol gico que le corresponde. Lo que la palabra ciencia significa para BAUM- GARTEN es la necesidad de un conocimiento sensitivo perfecto, bien entendido que la perfecci n que se reclama no corresponde a la 6. BAUMGARTEN, A. G., Reflexiones filos ficas acerca de la filosof a (trad. J. A. Migue2), Madrid, Aguilar, 1955, 86. 70. EST TICA Y FILOSOF A DEL ARTE. consideraci n del objeto sino al conocimiento mismo. El empe o de BAUMGARTEN hay que situarlo en la larga marcha del racionalismo a la b squeda de unas condiciones de inteligibilidad que culminar.

10 En el tema central de la tercera Cr tica kantiana: el libre juego de las facultades del conocimiento. El car cter met dico de la investigaci n filos fica de KANT le permite fundar trascendentalmente una direcci n de la conciencia, distinta de la del conocer y de la del querer, con la que se inicia la andadura de la est tica como disciplina filos ficia. La Cr tica del Juicio aparece como la conclusi n obligada de la filosof a trascen- dental a la vez que se convierte en el m ximo exponente de unos presupuestos en los que el problema met dico altera sustancialmen- te los t rminos de los problemas, al modificar las relaciones entre los objetos y el conocimiento que tenemos de ellos. No es posible, por tanto, identificar los conceptos de forma, be- lleza o arte, estudiados por la filosof a cl sica, con los mismos con- ceptos tratados por el pensamiento est tico kantiano o postkantiano.


Related search queries